miércoles, 15 de junio de 2016

Nana o sala de cuna??

¿Nana o sala de cuna?

Se acercaba el minuto de volver a trabajar y teníamos que decidir si Lorenzo iría a una sala de cuna o se quedaría en la casa. La nana que teníamos no podía quedarse con nosotros los cinco días de la semana, debíamos encontrar a alguien de confianza y rápido, o en su defecto, un establecimiento.
Resolvimos ir a conocer diferentes salas de cuna para tomar una decisión informadaHabía escuchado el caso de la amiga de una amiga que había dejado a su guagua en una guardería, y ésta cada vez que la iban a buscar ignoraba a su madre en protesta por haberla dejado. Me aterré.
Un poco recelosa partimos a conocer la primera y vi como los niños permanecían en sus cunas mirando al horizonte con cara de perdidos y con los mocos colgando, compartiendo chupetes con el compañero de la cuna del lado, mientras las dos tías que había intentaban controlar a los más grandes que corrían por todos lados. Salí llorando desconsoladamente porque no estaba dispuesta a dejar a mi retoño y que me ignorara para castigarme por el abandono, Pelayo me dijo que fuéramos a ver otras opciones. La situación no mejoró y me di cuenta que el problema no era los establecimientos que habíamos visitado, era yo…
Decidimos que buscaríamos una nana puertas afuera de lunes a viernes. No sería tarea fácil ya que dejar lo más preciado que tengo en la vida al cuidado de una desconocida se me hacía terrible, además tenía el recuerdo de mi infancia cuando mi madre trabajaba y nos dejaba a mí y mis hermanos al cuidado de nanas que más bien parecían ogros.
Tenía terror que a Lorenzo le tocara vivir ese calvario y pensaba en todos aquellos casos que salen en las noticias donde la nana le pega a la guagüita de tan solo meses, casos de “síndrome del niño sacudido”; estaba paralizada y cada día más convencida de que mi guagua solo estaría bien al cuidado de su madre.
Fui a una agencia de empleos a entrevistar candidatas. Como no tenía con quien dejarlo lo llevé, además pensaba que así podría darme cuenta si existía afinidad entre ellas y Lorenzo o no. Entrevisté a diez candidatas de todas las edades, nacionalidades y características, algunas muy amorosas con Lorenzo y otras bastante bruscas; recuerdo a una que luego de explicarle que su tarea principal sería cuidar a la guagua, me dijo que feliz trabajaba en mi casa pero que no le gustaban los niños ¡descartada! Otra me dijo que se había ido de la casa anterior porque la habían descubierto robando, y otra (bastante sexy bombón) me contó que el ex patrón se le había tirado al dulce y por decirle que no, éste la había despedido.
Completamente derrotada regresé a mi casa sin tener idea de qué iba a hacer. 
Una amiga que vio mi desesperación me recomendó a la hija de su nana, una niña joven recién llegada a Chile, con cero experiencia pero buena voluntad. Decidí probarla una semana y la verdad es que me gustó bastante, se llevaba bien con Lorenzo y aprendía rápido los quehaceres de la casa. Estaba aliviada por haber encontrado a la persona indicada, y el día que me levanté decida a comunicarle que la contrataría; fue el mismo día que me llamó mi amiga para contarme que su nana y la mía volverían a su país por problemas familiares. 
Volví a perder las esperanzas de encontrar a la persona adecuada y a esas alturas pensaba en pedirles a mi mamá y a mi suegra que se turnaran para cuidar a Lorenzo. Esto no me gustaba nada porque si mi guagua pasaba todo el día con las abuelas lo dejarían absolutamente malcriado y sería difícil hacerles el contrapeso. 
Quedaba exactamente una semana para entrar a trabajar cuando recibí un llamado inesperado, era una amiga para decirme que su cuñada se iba a vivir al extranjero y dejaba a su nana de toda la vida. No lo podía creer, era como si el destino hubiese tenido todo preparado para que la Nancy llegara a mi casa; al lunes siguiente estaba instalada y yo por fin podía respirar tranquila.
La Nancy fue lo mejor que me pudo pasar, Lorenzo la ama y ella a él.