lunes, 14 de marzo de 2016

El primer mes con Lorenzo

La guagua nace cuando a uno le dan el alta y cruza el umbral de su casa por primera vez, ahí desaparece ese bebé tranquilo y apacible que dormía veinte horas diarias para dar paso a “babyzilla” que lo único que hace es llorar, hacer caca y vomitar por todos lados.

Recuerdo que nuestra primera noche en el departamento fue del terror, Lorenzo lloró prácticamente toda la noche y con Pelayo estábamos desesperados sin saber qué hacer para calmarlo. Como a las cinco de la mañana luego de no haber pegado pestaña, Pelayo se levantó con los ojos rojos y ojeras hasta las rodillas y comenzó a gritar que esto era inhumano, que no tendríamos más hijos ya que con uno bastaba y sobraba porque no estaba dispuesto a pasar el resto de sus días sin dormir. No pude hacer más que reírme entre bostezos
Como guinda de la torta, al día siguiente mi mamá me preguntó cómo habíamos pasado la noche y le conté que había sido una pesadilla, ella no encontró nada mejor que decirme “parece que a Lorenzo no le gustó su casa nueva” y yo, cansada y ultra sensible, comencé a llorar desconsoladamente porque a mi hijo no le gustaba nuestro hogar
Ya me habían advertido que los primeros meses eran un período de adaptación, pero que todo comenzaba a mejorar al fin del tercer mes, sólo debía aguantar y esperar. 
Con Pelayo habíamos decidido que no queríamos contratar una enfermera porque íbamos a apechugar desde el principio(en realidad no había espacio para nadie más); sólo tendríamos una nana que fuera dos días a la semana a ayudar con el aseo. Reconozco que hubo noches en vela donde deseaba tanto una enfermera, que hubiera sido capaz de dormir con ella en mi cama.
Recuerdo que un día eran las tres de la tarde y figuraba yo sola con Lorenzo, en pijama y con cara de loca por el sueño y el hambre que me invadían. Él lloraba desconsoladamente y no había nada que pudiera hacer para calmarlo, estaba realmente desesperada. Luego de muchos intentos logré dormirlo y me dispuse a hacer algo por mí, la pregunta era ¿qué? Tenía los minutos contados antes de que Lorenzo despertara otra vez y desatara su furia y debía decidir si tenía más sueño que hambre o ganas de ducharme. 
Era un sábado cualquiera Pelayo se dispuso a salir a trotar. Mientras se abrochaba las zapatillas me di cuenta que mi libertad se había acabado, ya no podía tomar mis zapatillas y salir a trotar sin más porque había un hombrecito que dependía cien por ciento de mí y cualquier intento por darme unos minutos a solas requerirían una gran planificaciónprevia; de pronto estallé en llanto y Pelayo, sin tratar de entender qué pasaba, me llevó a tomar desayuno para pasar la pena.
El primer mes es de adaptación sobre todo en los tiempos, ya que antes para salir era cosa de tomar la cartera y listo. Cuando tienes una guagua eso queda en el pasado, debes prepararte como para una mudanza: llevar pañales, toallitas húmedas y el talco; tenida de repuesto por si se pasaba.Echar el pañuelo para amamantar en público y, por si acaso,una mamaderaComenzamos a llegar tarde a todos lados.
Un hito muy importante es el primer baño de tu guagua. La primera vez que bañamos a Lorenzo estábamos más nerviosos que para una entrevista de pega; implicó un gran trabajo previo que consistió en lograr la temperatura correcta en toda la casa para que no se enfriara al secarlo, llenar su tina tamaño mini con agua que no podía estar ni muy caliente ni muy fría; dejar la toalla, la ropita, los pañales, la crema para el potito y el talco, al alcance de la mano para que el proceso de vestirlo fuera rápido. 
La idea era que mientras yo lo jabonaba Pelayo le sacara fotos para inmortalizar tan importante acontecimiento, el problema fue que, en el minuto que Lorenzo tocó el agua, comenzó a llorar desconsoladamente, y por más show que hicimos no logramos calmarlo; finalmente tuvimos que sacarlo. No queríamos que ese funesto intento de baño quedara inmortalizado como el primero, por lo que la siguiente vez sacamos miles de fotos y las mostramos como el primer baño, engañando así a familiares y amigos.
No me van a creer, pero para mi sorpresa lo que me habían advertido sobre los primeros meses se cumplió, el día que Lorenzo cumplió los cuatro meses todo cambió para mejor.

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